Culturas Precolombinas colombianas (Taironas)

Taironas


Los taironas son un grupo indígena que habita en los departamentos colombianos de Magdalena (departamento), de La Guajira y de Cesar, en la cara norte de la Sierra Nevada de Santa Marta, incluyendo las cuencas de los ríos Guachaca, Don Diego, y Buritaca y la zona baja costera comprendida dentro del Parque Nacional Natural Tayrona. se trata de un grupo de filiación lengua chibcha. Se presume que el nombre tairona pueda estar relacionado con los términos teyuna, teiruna que se han encontrado en varias lenguas de los pueblos indígenas que aún sobreviven en la sierra de Santa Marta, todos ellos de filiación chibchana.
 

Historia

En 1976 se descubrió la ciudad fundada por los tayronas en el año 800 y habitada hasta el 1600, hoy conocida como Ciudad Perdida. Poco más se sabe hasta ahora de su historia. Esta sociedad se encontraba organizada en unidades políticas de varias dimensiones que ejercían control sobre distintos territorios en el macizo montañoso, desde el mar Caribe hasta las cumbres del Gonavindua (Simón Bolívar) y el Aloglue (Cristóbal Colón). Cada población era independiente y estaba dirigida por su propio cacique, con distintas alianzas y enemistades entre ellos.
El primer contacto con los conquistadores españoles se dio en 1498 con la llegada de Fernando González de Oviedo, con quien los caciques de la zona establecieron relaciones comerciales. En 1525, con la fundación de la ciudad de Santa Marta por Rodrigo de Bastidas, los españoles intentaron establecer una presencia más fuerte en la zona, dando inicio a la empresa colonial española en esta parte del continente sudamericano. Entre 1525 y 1599, las relaciones entre los pueblos indígenas de la zona (que incluían además de a los tayrona a los guanebucán, los malibúes, los guajiros, los kosina, y los chimila entre otros) y los colonos españoles se caracterizaron por su inestabilidad: intensos periodos de conflicto y guerra en los que se intentaba dominar a los habitantes eran seguidos por años de calma tensa en las que los españoles se veían forzados a establecer relaciones pacíficas con las distintas comunidades.
Durante este tiempo, los tayrona quemaron Santa Marta varias veces, conquistaron el fuerte español de Bonda, establecieron relaciones comerciales con piratas ingleses y franceses, y en general, consiguieron limitar el crecimiento de la colonia española. Entre 1599 y 1600, el gobernador de Santa Marta, Juan Guiral Velón, emprendió una intensa campaña militar para sojuzgar a estas poblaciones. Un intento fallido de alianza entre los distintos poblados dio pie para que el gobernador pudiera capturar a los caciques uno a uno, cortándoles la cabeza y descuartizándolos. Los pobladores que no lograron escapar fueron llevados a los alrededores de Santa Marta y entregados a encomenderos. Los sobrevivientes se internaron en las partes más altas del macizo para escapar a los españoles, y sus descendientes son los Koguis, que han permanecido aislados hasta ahora.
Su población a la llegada de los españoles era de 1.000.000 de personas pero se redujo drásticamente con la conquista, se estima que en la actualidad sus descendientes "puros" suman 50.000 personas, mientras que los mestizos y zambos con sangre tayrona suman varios millones de personas, principalmente en la costa caribeña de Colombia (1,5 a 2 millones en la Sierra Nevada).

Organización social
La estructura política y administrativa de los Tayrona no está bien conocida, pero las investigaciones han concluido que mezclaba aspectos federales con otros centralistas. Cada ciudad grande (unos 1000 habitantes) generalmente contaba con un cacique, figura más bien administrativa con pocas atribuciones divinas, a diferencia del resto de culturas de la América Prehispánica, que semi-deificaban a los líderes de las tribus o ciudades. El cacique cumplía dentro de los límites de su ciudad funciones ceremoniales, ejecutivas, y judiciales.
La institución más respetada e incluso venerada era la formada por los sacerdotes; a pesar de carecer de autoridad ejecutiva, influían notablemente en las decisiones de los consejos y regían la vida de los habitantes bajo los preceptos de los dioses. Como los españoles creyeron ver en la religión de los tayronas el culto al diablo, los naomas o sacerdotes fueron perseguidos duramente y los templos incendiados.
También había especialistas en distintos oficios, como agricultores, artesanos y mercaderes, que formaban el motor de la economía.
Otro gran grupo de ciudadanos era el de los manicatos o guerreros, que estaban encargados de mantener la paz entre los tayronas y de defenderlos de las posibles agresiones de otras tribus. Se destacaban por su fiereza y ocupaban una posición social elevada.
En último lugar se encontraban los esclavos..
Prácticas culturales y sociales
En la época de la conquista, los tayronas tenían diferentes prácticas culturales que otras poblaciones americanas. Las fuentes etnográficas destacan la existencia del divorcio y la aceptación de la homosexualidad, lo que los diferenciaba de sus conquistadores católicos. Sin embargo, es posible que las referencias a la homosexualidad sean consecuencia de una interpretación errónea de prácticas religiosas. La religión de los tayrona, y en cierto grado la de los modernos kogui, separa mucho a varones y mujeres en la vida diaria. Las descripciones sobre la homosexualidad de los tayronas probablemente fueron una tentativa del mando católico de suprimir la casa masculina de reunión, que era un lugar permanente de intensa actividad religiosa, a igual que entre sus descendientes koguis. Muchos de los hombres adultos están implicados en rituales que duran días y que consisten a veces sobre todo en deliberaciones, consumo de coca y meditación.


Economía
La economía tayrona, era poco dependiente del comercio, es más, es posible afirmar que era autosuficiente, pues los territorios tayronas comprendían todos los pisos térmicos: zonas al nivel del mar, donde tenían acceso a la pesca, areas templadas y áreas cultivables paramunas, todas profusamente recorridas por ríos de todos los caudales. En lo referido a su alimentación, los tayronas fueron los inventores de los envueltos: el maíz producido en la Sierra Nevada era demasiado duro para comer, así que lo amasaban para que fuese más fácil de comer. La técnica del envuelto fue posteriormente mejorada por los zenúes, cuyos territorios eran mejores para el cultivo del maíz, hasta que actualmente se considera que los departamentos de Córdoba y Sucre (Zona de influencia zenú) son los creadores de esta receta. Además de bollos, los tayronas eran consumidores de chicha y arepas en grandes cantidades. Para endulzar las bebidas, usaban la miel, que producían en colmenas hechas por ellos. Entre las frutas, sobresale la producción de guanábanas, piñas, aguacates y guayabas. También cultivaban varios tipos de hortalizas. El consumo de carnes era escaso, usualmente consumían carne de cabra o de roedores en momentos especiales, pero generalmente comían pescado.

Obras públicas

Dentro del territorio tayrona todos los pueblos y ciudades estaban comunicados por una red de caminos de piedra, que se extendía desde las laderas bajas hasta los parajes más alejados de la Sierra Nevada. Sus viviendas tenían forma circular, construidas generalmente sobre terrazas de piedra; no tenían ventanas, los techos eran de palma de montaña. Los muros eran de adobe y piedras pequeñas, y estaban pintados con cal y agua, aunque a veces se hacían de paja en las ciudades más cercanas al agua.
En la construcción de las ciudades primero se hacían las terrazas que proporcionaban los árboles y la madera; luego estas terrazas se usaban para las labores agrícolas y para construir las viviendas. Se hacían canalizaciones para llevar el agua de montaña a las viviendas; Tanto las canalizaciones como las ciudades y las terrazas de cultivo fueron diseñadas de forma tal que evitaba la erosión.
El tamaño de cada vivienda indicaba la importancia del morador. Había también edificios especiales, como almacenes y templos.
Uno de las aldeas más conocidas y de los sitios arqueológicos tayronas se conoce como Ciudad Perdida. Era una ciudad importante, con cerca de 13 hectáreas, y los estudios demográficos recientes sugieren que estaba habitado por entre 1.500 a 2.400 personas que vivían en por lo menos 11.700 metros cuadrados en 184 casas redondas construidas en terrazas pavimentadas con piedra. Hay muchos otros sitios de tamaño similar o mayor.
Un lugar más grande, Pueblito está situado cerca de la costa, en el Parque Nacional Natural Tayrona, Según la investigación de Reichel Dolmatoff, contiene por lo menos 254 terrazas y tenía una población de cerca de 3.000 personas. Los estudios arqueológicos regionales demuestran que también había aldeas grandes en la ladera occidental de la sierra Nevada de Santa Marta, como Antigua y Posiguieca. Actualmente es posible acceder a pueblito desde el Parque Tayrona, en el que existe una playa llamada la piscina, una pequeña bahía con una hilera de piedras de gran tamaño que servían como trampa para peces, por lo que los tayronas venían aquí a pescar, no existe la certeza de como llegaron estas rocas, si es natural o los nativos las traían. En la Sierra Nevada de Santa Marta hay también varios sitios de pinturas rupestres y petroglifos. Entre estos se destaca la piedra de Donama, enigmatica roca tallada que, por algunos investigadores, es un código de la naturaleza.

Orfebrería


Colgante antropomorfo Tayrona, representando un chamán con dos cetros, un gran ornamento nasal y un sombrero alto con dos tucanes. Fabricado con la técnica de la cera perdida con decoración afiligranada falsa, entre el siglo X y el XV.
En el área de la orfebrería los tayronas tenían un papel principal, pues desarrollaron bastante técnicas como:
  • la cera perdida, que consistía en hacer moldes de barro rodeando una figura de cera, que se derretía después de calentar el empaque de barro. Luego de sacar la cera derretida, el orfebre vertía el oro líquido en el espacio dejado por la figura de cera, posteriormente esperaba a que se solidificara y rompía el molde para sacar la figura deseada.
  • la tumbaga, una aleación de cobre y oro que permitía ahorrar recursos y derretir más fácilmente el oro.
  • tratamientos para mejorar la calidad del oro, como calentarlo hasta la oxidación del cobre y luego sumergirlo en agua helada para conseguir una pátina permanente de oro y evitar que la pieza se cuartease. Finalmente el proceso terminaba con el lijado de la pieza hasta que llegara a la perfección.
Se cree que varias de estas técnicas fueron desarrolladas por los muiscas y exportadas al pueblo tayrona. A su vez, a estos también se les considera exportadores de técnicas de orfebrería e hilados: mientras la mayoría de las primeras obras muiscas parecen toscas y mal terminadas (aun cuando la calidad del oro es superior), las tayronas son técnicamente perfectas. La técnica de la cera perdida mejoraba la estética de las obras, por lo que los muiscas prácticamente abandonaron el método del repujado directo, que además de inexacto le restaba vida útil a la pieza (por el riesgo de cuartearse), y que también restringía las obras a láminas, ya que repujar sobre el oro bruto es casi imposible. A su vez, los tayronas, al aprender métodos como la inmersión de la pieza en agua, mejoraron sustancialmente la calidad del material y la belleza del ornamento.

Cerámica

La cerámica Tayrona se ha datado a partir del año 200 a. C. y hasta el 1650, y en la costa colombiana del Caribe hay evidencia de cerámica en de al menos el 2500 a. C.. Sus trabajos era echos en barro o en arcilla. Investigaciones recientes del arqueólogo Alejandro Dever en Chengue, Parque Tayrona, demuestran variaciones significativas para una división cronológica en cinco fases:
  • Fase 1, del 200 a. C. al 500 d. C. y fase 2 del 500 al 900, ambas formando el periodo Nehuange. La cronología de la región también ha sido planteada por Carl Henrik Langebaek en su libro The Prehispanic Population of the Santa Marta bays, publicado en la Universidad de Pittsburgh (2005).
  • Fases 1, 2 y 3 del llamado periodo Tayrona, desde el 900 al 1650. Estas tres fases se caracterizan por un aumento considerable en la variación, tamaño y el número de formas de las piezas de cerámica, conservando también estilos del periodo Nahuan.